La coyuntura en la que nos encontramos nos dirige hacia un sistema económico, energético y social eficiente y comprometido en el mejor empleo de los recursos. En este contexto, el aluminio se postula como una de las materias primas predilectas, no solo en el sector de la construcción y de la arquitectura, sino también en la industria del transporte, el embalaje, los bienes de uso doméstico, la transmisión eléctrica, y un largo etcétera.
Jon de Olabarria, Secretario General de la Asociación Española del Aluminio y Tratamientos de Superficie (AEA), que representa a más de 600 empresas del sector, señala “que la valoración social de este material va en aumento; un material que se sitúa en la vanguardia de la Economía Circular, plenamente comprometido con los objetivos de sostenibilidad y eficiencia”.
Las propiedades técnicas, de rendimiento, y las posibilidades estéticas, convierten las ventanas de aluminio en la mejor alternativa.
Todo ello hace del aluminio la mejor alternativa para las ventanas y los cerramientos del hogar, frente a otros materiales como el plástico (PVC), en un mercado que cada vez tiene más presentes los aspectos medioambientales y la sostenibilidad de los materiales de construcción y de las soluciones arquitectónicas.
1. Durabilidad, aislamiento y estanquidad
Del aluminio destacan su ligereza y su durabilidad, además de su alta capacidad de resistencia frente a agentes tóxicos, la corrosión, el frío o el calor, y su estanquidad frente a la lluvia y la humedad. Las ventanas de aluminio permiten el ahorro a corto, medio y largo plazo, gracias estas características.
El aluminio logra mantenerse durante muchos años sin deformaciones ni pérdidas de color o calidad, incluso en condiciones climáticas muy exigentes. Esto evita que se produzcan pérdidas por transmisión y por infiltración del aire que, de producirse, afectarían muy negativamente al ahorro energético.
Además, las ventanas de aluminio son inmunes a los efectos nocivos de los rayos UVA y requieren de muy poco mantenimiento.
2. Versatilidad y múltiples posibilidades de diseño
Cada vez son más los arquitectos y diseñadores que se decantan por el aluminio gracias, entre otras cosas, a su versatilidad. La multiplicidad en formas y tipos de perfiles ofrece un gran abanico estético y una infinidad de acabados: numerosas tipologías de apertura de las ventanas (como ventanas correderas, que ayudan a aprovechar el espacio al máximo, abatibles, oscilobatientes…), así como acabados bicolores y metálicos innumerables, lo que permite adaptar el diseño al espacio donde se ubica. Su resistencia estructural permite, simultáneamente, diseñar muros-cortina y cerramientos de grandes dimensiones, portando unidades de vidrio aislante muy pesadas, algo que resulta imposible para casi todos los demás materiales.
El aluminio se sitúa a la cabeza del compromiso de Europa con el medio ambiente y con el desarrollo de la Economía Circular.
3. Perfilería fina, más luz
Las posibilidades estéticas de las ventanas de aluminio no se reducen únicamente a la multiplicidad en cuanto a los diseños de los acabados. El aluminio también nos permite conseguir perfiles muy finos y estrechos para las ventanas, un concepto minimalista que posibilita una mayor superficie de vidrio a igual tamaño de hueco y, con ello, una mayor cantidad de luz natural entrando en los espacios interiores.
Este factor también conlleva un ahorro económico y energético por la menor necesidad de luz artificial, unido a su elevada capacidad de aislamiento, mejorando el diseño de los espacios y favoreciendo una visión más panorámica a través de ellas. El aluminio logra, así, embellecer los hogares de forma respetuosa con el medio ambiente.
4. 100% sostenibilidad
Las ventanas de aluminio son totalmente reciclables y, por tanto, 100% sostenibles; el proceso de reciclaje de este material puede repetirse infinidad de veces, empleando tan solo una mínima parte de la energía (5%), sin que las cualidades y propiedades iniciales del mismo se vean menoscabadas.
Asimismo, debemos mencionar que el aluminio no produce efectos negativos en el entorno o para los usuarios, sea cual sea el tratamiento que se le dé. Las aleaciones del aluminio no liberan gases nocivos.
El material cumple -e incluso supera- las normativas que plantean las nuevas exigencias técnicas y medioambientales y contribuye a lograr las certificaciones más exigentes (BREAM, LEED y VERDE) en inmuebles.
Las ventanas de aluminio admiten cantidad de diseños y posibilidades estéticas.
5. Seguridad
La seguridad es también uno de los aspectos fundamentales a la hora de escoger los materiales de una construcción y las ventanas de una vivienda. En este sentido, el aluminio también destaca entre las diversas opciones, pues es un material ignífugo, clasificado como “no-combustible”, lo que lo hace más apto y preparado frente a posibles incendios.
Su dureza y resistencia hacen de él, además, el material más seguro frente a robos.
LAMEJORVENTANA.ES
Por todos estos beneficios, resulta conveniente y necesario que el aluminio continúe imponiéndose frente a otros materiales alternativos, en una industria que cada vez demanda más el impulso y apoyo del crecimiento inteligente, sostenible e integrador, y que quiere mirar hacia un futuro en el que el cuidado del medio ambiente juegue un papel crucial.
Para ello, la AEA ha puesto en marcha la página www.lamejorventana.es, una iniciativa web pionera en el sector del aluminio que, apoyándose en informes técnicos solventes, desmonta mitos y busca concienciar sobre los beneficios de las ventanas de este material para la sociedad.
A través de esta página web, los usuarios pueden informarse y contrastar las ventajas reales de contar con ventanas de aluminio en el hogar, frente a ventanas realizadas en otros materiales mucho más contaminantes y técnicamente menos eficientes.
SOBRE EL ALUMINIO
El aluminio es un material que se encuentra presente en nuestras vidas ya desde la época de los griegos y los romanos, aunque no se conocía su forma metálica. Sin embargo es el tercer elemento más abundante en la corteza terrestre.
Cuando se obtuvo en forma metálica a principios del siglo XIX era un metal muy preciado y un símbolo de poder. Su precio llegó a superar al del oro.
No fue hasta 1889, año en que Karl Bayer encontró un procedimiento para la extracción de la alúmina a partir del mineral de bauxita, que aplicado al proceso descubierto por Hall y Herault para obtener aluminio metálico a partir de la sal de alúmina, permitió un rápido abaratamiento de costes pasando de costar 1000 dólares un kilo de aluminio, a tener un precio de tan solo 50 centavos de dólar.
Su durabilidad y su capacidad infinita de reciclado hacen que en el momento actual continúe en uso el 75% de todo el aluminio que ha fabricado la Humanidad en estos algo más de 125 años.